No estaba en el antro pero...

Las mujeres que aún sin alcohol aparecen huelen a existencia; perturbación de la conciencia insomne y tambaleante de lo que ayer era hombre pero que hoy en la sincopa armónica de la guitarra del blues, sentado en la mesa menos vacía, vomitara el respeto que se le debe y cual fiel redactor retratara el trato del tiempo sobre el cuerpo que robó. Animales revolotean alrededor del recinto, avestruces con crucifijos excomulgan a los peatones que pierden la cordura del semáforo que para los autos ya no sirve. Pero el hombre que usurpo el ente, transformer escapa por la ventana del bar para no pagar la cuenta, para no volver a entrar, para no volver a salir y así zancudo beodo vuela entre los postes, gallo en mano, silbando y para no morir en el olvido de la imagen, trabaja arponeando de nuevo a las mujeres.