lunes, julio 02, 2007

Jueves: Por qué el miércoles duró poco.


Todos teporochos a las 4:30 de la madrugada. La mujer menos borracha: no vino, a nosotros la cerveza se nos olvido olvidar; me siento marihuano y escribo lo que siento mientras observo al reloj avanzar ((llega a la cama y duerme con los demás invitados de la noche, condenando el tiempo al olvido)) por las telarañas de los muros de nuestra vida, antes de absorber todo el jugo de la vid. Alojo piden los espíritus que no corren, los inmóviles del silencio en pares impares se lanzan al microbio acordeón que utiliza la ruta enseñanza de la rutina, deshecha por lo rudimentario de nuestros pasos. Ahogados como tortas en el mar concreto de los callejones, de las calles, de las avenidas y hasta en el cemento de los boulevares; a ½ noche removiendo escombros lunares de las aceras céntricas en el croquis de mi existencia.

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